Mario Mendoza y la crisis del coronavirus: “El odio es la otra pandemia”

ENTREVISTA

MARIO MENDOZA

Las conversaciones con Mario Mendoza suelen estar cargadas de verdades duras, futuros inciertos y diagnósticos sin ambages que nos indican que, como generación, caminamos hacia un abismo inexorable. El hiperrealismo de sus respuestas suele ser el mismo que aparece en sus páginas y que elabora en personajes de novelas, ciudades que recrea y reconstruye y –últimamente– en guiones de novela gráfica y cómic que escribe.

Desde los tiempos de las ya lejanas La ciudad de los umbrales y Scorpio City ha sido ese escritor: el de los mundos más allá de los márgenes que encuentra terreno fértil para hacer literatura en las voces de los excluidos y en quienes son víctimas no sólo de hechos de violencia sino de sistemas impuestos; el autor de los personajes derrotados, abatidos y aplastados por el peso de la realidad y las lógicas de consumo voraz y destructor. Por eso estaba previsto –para sus lectores– que fuera un autor con mucho que contar en tiempos de pandemia. 

Cuando empezaron a aparecer los volúmenes de “El último día sobre la tierra”, la serie de cómic que Mario escribe al lado de los dibujos alucinantes de Keko Olano, ya había visiones de una sociedad arrinconada por una enfermedad. En una escena de esos primeros volúmenes –el plano es general, la contaminación oscurece el panorama, la lluvia y la realidad oprimen y al fondo se ven los edificios de una urbe que es una metáfora de Bogotá–, los personajes usan tapabocas.

El libro ya estaba listo antes de que el virus se propagara y luego Mario y el equipo creativo, en las presentaciones virtuales que se hicieron un hábito en el confinamiento, explicaron con estupor y asombro que nada estaba planeado, que era una conexión profunda del volumen y que no se trataba de mercadear la pandemia. 

El caso es que la pulsión de final y distopía son como una sombra presente desde hace muchos libros en la cabeza del escritor. Y ahora, en el volumen Bitácora del naufragio, avanza un poco más por entre sus temas (“el artista es un tema y sus variaciones”, se dice con frecuencia). Y lo hace de manera franca: se va de frente contra los tiempos actuales, en los que los análisis apenas se está construyendo (apenas estamos intentando entender lo que nos pasa ) y calificativos como “crisis” o “incertidumbre” se quedan cortos y suenan a lugar común.

Es interesante –toda una propuesta– que Mendoza lo haga y que asuma el propósito en primera persona: él mismo es un personaje del libro (poniendo en crisis, claro, el modelo: autor–narrador–personaje que es clásico pero que está ahí para subvertirlo). Borra las líneas grises de pacto de lectura: el libro es por momentos diario, crónica, volumen de cuentos y relatos de lo asombroso. 

Se trata entonces de un intento de explorar cómo, de muchas maneras, somos individuos con un destino asignado; la generación incierta sumida en la incertidumbre de la crisis: la del Covid 19. De eso habla Mendoza en esta charla. De cómo, según su mirada de artista, la humanidad hace más de cinco décadas dio el giro que la ha llevado a tejer este presente inédito. Cree, por ejemplo, que las advertencias sobre el coronavirus estaban en los informes de los organismos multilaterales pero no fuimos capaces de verlos. 

La gran pregunta, entonces, es qué futuro nos espera. Los caminos son inciertos pero hay luces al final de esos callejones oscuros. La participación política de los jóvenes, entre muchas opciones, pero como ejercicio democrático: el poder del voto. La voz que inquieta y propone (algunos de los relatos parten de mensajes de sus lectores o posteos en Facebook o distintas redes sociales). La no violencia, cree Mendoza, como otro de los caminos posibles, como antídoto, además, a las pulsiones de odio que hierven y se multiplican en las redes sociales. 

“Aunque a veces me digan tibio”, dice el escritor.

 

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