Su medalla de hincha definitivo la recibió, y desde ese día la lleva en la chaqueta, aquella noche de 1998 cuando, en un Camp Nou que hervía, caminó al centro del campo iluminado, sagrado, por un reflector potente que lo seguía cantó el himno del Barcelona. En catalán, claro está. “Blaugrana al vent / un crit valent / tenim un nom el sap tothom: / ¡Barça, Barça, Baaarça!”. Al final, cuando soltó con toda su voz el famoso “vizca Barça” hubo un estruendo y el cielo se iluminó con luces de colores.
Decir Joan Manuel Serrat es, un poco, decir Barcelona Fútbol Club. Ha defendido al equipo cada vez que le han preguntado, en público y en privado, y ha llegado a ser hincha devoto y consagrado que escribe versos: en su caso, una canción para Ladislao Kubala, el ídolo del Barcelona, quien estuvo doce años en el equipo azul grana (entre 1950 y 1962) y marcó cerca de doscientos goles.
Como ocurre con el himno, no hay registro de que la canción a Kubala alguna vez la haya cantado en español. Pero la traducción apareció en 1994 en la edición especial que la revista argentina La Maga le dedicó al poeta Roberto Santoro. Lo primero que hace, en la letra, es ubicarlo en el olimpo: “Pelé era Pelé y Maradona uno y basta / Di Stefano era un pozo de picardía”.
Apareció en el disco Material Sensible (en 1989): luego, en tres versos, justifica por qué su amor futbolístico perteneció a Hungría (y no a España), y la razón es que el mundo es redondo como un balón. “Honor y gloria a quienes hicieron brillar el sol / de nuestro fútbol, de cada día. / Todos tienen sus méritos a cada quien lo suyo / pero para mí, nadie como Kubala”.
Ante el papel y con tinta o de cortos. Cuenta José Antonio Martín Otín en el libro El fútbol tiene música que a Serrat lo unió una amistad cerrada con Ángel Mur, el masajista eterno del equipo azulgrana. Se conocieron porque un día el cantante, que iniciaba la carrera y escandalizaba al cantar en catalán en Eurovisión, coincidió con el equipo en el hotel de concentración. Y Mur, cuenta Martín, permitió que Serrat tocara el balón con el equipo en algunos entrenamientos en la playa. Y se convirtió en un hincha oficial desde inicio de los setenta: al punto que fue convocado, en 1972, al partido en homenaje a Kubala.
Las canciones, la cancha, o las tertulias. Por eso a donde va los amigos lo han llevado a graduarse de otros clubes en otros países: de Boca Juniors, en Argentina (secundado por su amigo Joaquín Sabina): de Independiente Santa Fe, en Colombia, y de la Universidad de Chile.